
Fuente: impulsobaires.com
Tenía apenas 22 años cuando le dijeron que su caso era irreversible, que padecía una retinitis pigmentaria no típica e iba camino a la ceguera. Por ese entonces, Alejandro Paola estudiaba Física en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y llevaba una vida como la de cualquier otro chico de su edad, publica hoy el portal www.tilosydiagonales.com.ar .
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